No cabe duda de que la estética dental no tiene unos patrones únicos y sabemos que está muy influenciada por aspectos culturales. No hay ejemplo más claro de ello que el OHAGURO o la belleza de unos dientes negros.
A diferencia de los cánones actuales de belleza, en la cultura antigua japonesa el concepto de tener una dentadura muy blanca no siempre se percibió como símbolo de belleza. Ohaguro o “dientes negros” es una técnica ancestral que consistía en embellecer los dientes de las mujeres oscureciéndolos. Para ello se empleaba un tinte a base de óxido de hierro, sake y té. Se requería tintar cada pocos días, incluso diariamente, los dientes, pues cuanto más negros y brillantes se vieran más bella era la sonrisa. Cabe señalar que esta practica no era exclusiva de Japón, ya que se extendía a regiones del sudeste asiático y a regiones más distantes como el noroeste de India.El negro era considerado un color elegante por lo que era normal ver a las mujeres pertenecientes a la aristocracia con dientes negros azabache una vez que habían alcanzado la “madurez o edad adulta”. El negro representaba belleza y poder. En sus orígenes sólo las mujeres de clase social alta eran las que tintaban sus dientes pero posteriormente lo harían también hombres de la aristocracia.
Está tradición ha ido cambiando con el paso del tiempo, y años posteriores a sus inicios esta tradición pasó a vincularse con los casamientos, siendo normal que cualquier mujer casada o a punto de contraer matrimonio, independiente de su clase social, luciese una dentadura totalmente negra. Solían coincidir la edad temprana en la que se alcanzaba la “madurez” y se comenzaba a practicar el Ohaguro, con la edad del casamiento pues en el antiguo Japón eran frecuentes esos matrimonios de conveniencia con niñas de 8-10 años.
Hay quienes sostienen que la estética de pintarse los dientes negros se basa en que los dientes así teñidos, ocultan la expresión de la boca y esto se empleaba con el fin de cautivar al hombre, de igual manera que se ocultaba la boca con una mano o con un abanico.
Los inicios de esta tradición japonesa datan del periodo Nara (de los años 710 al 784 de la historia de Japón) y tiende a caer en desuso en la Era Meiji (1868-1912) cuando empieza a desaparecer progresivamente. Algunos autores vinculan su desaparición a la aparición en público de la Emperatriz con los dientes blancos. Hoy en día esta práctica sólo es llevada a cabo por las maiko en el momento de ascender a geiko.
Como curiosidad mencionar que existen escritos donde mencionan el poder anticaries del tinte empleado.
El color es el tacto del ojo, la música de los sordos, una palabra en la oscuridad.
Orhan Pamuk
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