Hace años yo era muy teórico, pero me cambiaron.
A un chaval que no se lavaba los dientes y era un empollón, le expliqué las causas de la caries, incluyendo los nombres de las bacterias que la producen y cómo prevenirlas. Cuando volvió a los seis meses, me dijo el nombre de las bacterias, ¡qué alegría!, ¡se acuerda!. Pero al revisarle la boca, seguía siendo igual de «marrano». Ahí me di cuenta de que lo importante no es la teoría, sino la práctica.
Ahí me di cuenta que hay que motivar para prevenir la caries.
Debí insistir en la higiene, no en los nombres, y en motivarlo hablándole de lo que le podía interesar -que a su edad sería ligar-, diciéndole: «esa encía inflamada va a tirar para atrás a las chavalas».
Ustedes perdonen que no de nombres de bichos, pero los pacientes no tienen que aprobar un examen de test, tienen que limpiarse bien los dientes.
¡Me han vuelto práctico!
Lo mismo ahora no doy la talla para los cerebritos, ¡qué le voy a hacer!, pero no quiero conseguir reconocimiento, quiero conseguir salud, en eso consiste mi profesión.
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